El tema de la ÉTICA y los VALORES |
La sociedad hoy: ruptura y transición
Hoy, cuando la humanidad se halla en el umbral del tercer milenio poscristiano, la reflexión sobre la dimensión valorativa resulta para algunos especulativa y hasta intrascendente. La fuerte tendencia pragmática que domina las presiones sociales cotidianas desvían la atención de la cuestión valorativa en la práctica diaria. Pareciera que el ritmo de vida conduce a eludir la apreciación de un ámbito de valores dinámicos y en constante cambio.
La cambiante dinámica de la sociedad actual marcha a la par de una excesiva cuantificación y mecanización de diversas manifestaciones de la vida moderna que generan la ruptura de algunas de nuestras creencias y la alteración de valores socio-culturales. Tal proceso de ruptura y alteración se evidencia en cierta incertidumbre en cuanto a la concepción del ser humano, de la sociedad, de la cultura y de nosotros mismos. Los valores y la moral parecen estar cuestionados. La falta de credibilidad y la desideologización parecen generalizadas. ... ¿Cómo justificar entonces un discurso ético en la sociedad actual? ¿Cuál es la moral actual? ¿Qué principios orientan al individuo hoy en día?
La dinámica social cotidiana es el producto de las tendencias sociales de la época; en este sentido, los individuos manifiestan interpretaciones valorativas y formas de actuación cultural propias del momento histórico que viven. Por ello, quienes estamos involucrados en la acción educativa debemos considerar siempre el contexto socio-histórico en el cual nos desenvolvemos, atendiendo los sistemas de valores vigentes en la cultura y en la sociedad.
Entendemos que el desenvolvimiento cotidiano está impregnado de opciones valorativas que comparten individuos y grupos de una misma cultura quienes las reflejan a través de su interacción comunicativa, sus acciones y comportamientos. De modo que, si deseamos comprender, interpretar y explicar el significado de la dimensión valorativa que subyace en una determinada realidad, en su contexto témporo-espacial específico, es preciso conocer el discurso explícito y oculto que subyace en la interacción social, así como al significado que se otorga a dicho discurso. Podemos preguntarnos entonces: ¿Qué valores expresamos en nuestro desenvolvimiento cotidiano? ¿Qué significado le otorgamos? ¿Reflejan esos valores la particularidad de la propia cultura?
Nitzsche (citado en Bloom, 1989) opina que el hombre moderno está perdiendo, o ha perdido la capacidad de valorar y, con ella, su humanidad. En el actual agotamiento de valores tradicionales, los seres humanos sienten temor ante la perspectiva de lo que podría llegar a ser de ellos. Deben volverse hacia el interior de ellos mismos y reconstituir las condiciones de su creatividad para así generar valores (Bloom, 1995). Esta pérdida de la capacidad de valorar se enmarca en la llamada "Crisis de Occidente" determinada por el destronamiento del racionalismo que conlleva la "Crisis de la Filosofía", la pérdida de la fe en la Razón y la Ciencia, y también la crisis de valores que genera un vacío en la credibilidad del individuo cuyos efectos parecen afectar a toda la humanidad actual.
Al observar la realidad que nos rodea pareciera dominar un confuso sentido de las valoraciones, un desaliento creciente en los seres humanos, un estado de incredulidad y desconfianza no sólo ante las personas, sino ante las instituciones. Ello se debe a los efectos de una crisis valorativa que se ha proyectado en todos los ámbitos: social, económico, político, familiar, cultural, escolar... El marco contextual que parece definir la situación social, cultural, económica y política de nuestros países Latinoamericanos está afectado por el desempleo, la marginalidad, el caos financiero, el alcoholismo, la drogadicción, la profunda contradicción entre ricos y pobres, la corrupción, el delito, la inseguridad, entre otros. Valores como el dinero y no el trabajo son los que parecen generar prestigio social, a lo cual se une el hecho de que se exalta el poder sin importar cómo se logra.
Ante el momento de conmoción y la sensación de pesimismo que enfrenta la sociedad actual, el panorama se agrava por el hecho de que el sistema educativo hace énfasis en el componente informativo, con el consiguiente descuido del aspecto formativo. ¿Qué hacer ante tal situación? Definitivamente no tenemos -o quizá no haya- una respuesta, al menos no una respuesta simple. Entendemos que una crisis de valores no es accidental ni momentánea, sino la consecuencia de acciones y decisiones tomadas generalmente a lo largo de varios años. Una crisis es una importante dislocación de las instituciones, los hábitos, los métodos de vida y los valores (Brameld, 1967). Pero toda crisis desafía al ser humano a buscar nuevos referentes. Y lo que hoy produce confusión y vacío, la dinámica social se encarga de hacerlo transitorio mediante cambios que conducen a búsquedas diferentes.
A mi juicio, la inquietud sobre cómo superar la crisis, tiene una única respuesta: la educación. Desde este campo es posible interrogar y penetrar la realidad cultural para descubrir, comprender e interpretar más cabalmente la dinámica que caracteriza la práctica valorativa -sea en la escuela, la familia, la comunidad-, y, partiendo de tal conocimiento, generar alternativas inspiradas en el impulso del aspecto formativo, Es la formación del ser humano lo que permite a la sociedad garantizar el resguardo de sus valores (espirituales, materiales, trascendentales, sociales, políticos, o de cualquier otro dominio). Por supuesto, el mismo proceso educativo debería ser lo suficientemente flexible y dinámico como para aceptar la realidad cambiante del sistema valorativo de la sociedad o de cada grupo humano. Pero, lamentablemente, casi siempre la Educación va a la zaga de toda clase de cambios... quedando en manos del propio individuo bien sea una escogencia valorativa no siempre orientada por las pautas establecidas por su grupo social, o un vacío en el sentido de las valoraciones que lo conducen a una conducta absolutamente atípica o fuera del 'orden' social.
Referencias
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Lourdes Denis Santana
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