¿Qué hago por la humanidad?
Lourdes Denis Santana
En un mensaje electrónico, una persona me preguntaba qué pienso ahora... Después de tantos años de estudio, ¿piensa que hizo algo para mejorar la Humanidad? ¿Qué hizo para ayudar a esta sociedad tan corrompida?
Tales inquietudes me resultaron familiares. Son las mismas que han rondado mis reflexiones en múltiples ocasiones. A pesar de los argumentos que pretendo hallar en las imágenes de excelentes estudiantes que pasaron por mis clases, en las acciones más hermosas que a veces realizan mis hijos, o en los esfuerzos de algunos ciudadanos que evidencian ser "personas de bien", no me puedo engañar!!... Sólo una minoría casi imperceptible actúa orientada por premisas de una ética autónoma y consciente. El comportamiento irresponsable e inconsciente es el que se ha entronizado en todos los ámbitos y circunstancias.
Qué hice como docente para que el panorama fuese más positivo, me preguntaba la persona en su mensaje. Pues bien, creo que hice lo que pude, lo que me dictó mi conciencia, lo que estuvo a mi alcance. Sin embargo, me imagino que dejé y dejo de hacer muchas cosas a diario para mejorar mi entorno, para ayudar a otros a tomar conciencia. ¿Me contento con criticar a aquellos que a mi juicio no lo hacen bien?... En todo caso, la importancia de la reflexión acerca de todo lo que hice o hago adquiere verdadera trascendencia cuando es compartida por todos. La tarea formadora requiere un esfuerzo mancomunado de docentes, padres, medios de comunicación, gerentes, religiosos... Hasta ahora, ese esfuerzo no ha sido suficiente. Parece que nos hemos conformado con "ver la paja en el ojo del vecino".
Lo que está a nuestra vista es una realidad aplastante: ¡la educación ha sido un fracaso! Los resultados de las enseñanzas de la escuela se aprecian en la calle: ciudadanos que actúan (¿actuamos?) como salvajes, atropellando a los demás, deteriorando el entorno, irrespetando las normas, aniquilando el ambiente... Ese es el nefasto resultado de nuestra acción educativa poco formadora.
Hoy, haciendo esfuerzos para impedir el triunfo total de la desesperanza, mi mensaje va dirigido a la conciencia de padres y educadores. Es hora de revisar lo que aportamos para la construcción de una sociedad diferente. Preguntémonos qué hacemos para mejorar a la humanidad... Y, lo más importante, actuemos para dejar nobles huellas a nuestro paso.
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