DATOS BIOGRÁFICOS
Esta página representa una ofrenda póstuma a quien en vida fue una heroína anónima que trascendió la historia cotidiana y dejó huellas que perdurarán por siempre. En su honor ha sido inaugurado el Sendero Belén Santana en Galipán. También se le han dedicado poemas y otros escritos.
A tí, María Belén... nuestro recuerdo y gratitud eterna.
Tus trece hijos y tu esposo
En la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908 a 1935), Venezuela era un país netamente rural-agrícola en el que predominaba el analfabetismo especialmente en las mujeres. Destacó en ese período el movimiento de estudiantes conocido como la "Generación del 28" de la cual surgió un grupo de líderes políticos importantes durante el siglo XX en Venezuela. Se afirma que con la "Generación del 28" se introducen elementos de cambio que permitirán a Venezuela romper con el siglo XIX e insertarse en el XX.
Esta nota introductoria viene a colación porque precisamente María Belén nació en Galipán, Venezuela, el 26 de enero de 1928. Este hecho puede ser interpretado como simbólico si se considera la importante gestión familiar desempeñada por ella. Fue la hermana mayor de una familia campesina de siete hermanos. Sus padres fueron Andrea Susana Herrera Bello (24-05-1908 / 06-04-1941), natural de Galipán, y Hermenegildo Santana Cabrera (25-12-1896 / 27-10-1973), nacido en Caracas, quienes se casaron el 05-02-1927. Sus abuelos paternos fueron Nicolás Modesto Santa Ana López (25-06-1863 / ??) y Tomasa de San Zenón Cabrera Méndez (22-12-1858 / 26-04-1948?), ambos isleños. Sus abuelos maternos se llamaron Dominga Bello Pérez (1868 / 1948) y Andrés Herrera Pérez (1868 / 1923), también de las Islas Canarias.
Su madre Andrea murió a los 33 años, después del séptimo parto. Para entonces, Belén contaba trece años de edad. Este hecho marcaría el comienzo de una vida de sacrificios y responsabilidades prematuras. Siendo todavía una niña, le correspondió ayudar a criar a sus hermanos menores y también atender a su padre viudo. Entre sus múltiples tareas, desarrolló habilidad para coser la ropa a los hermanos utilizando tela de "sacos de harina". Además, ordeñaba las vacas y ayudaba a cultivar flores.
Las experiencias de su infancia la obligaron a madurar antes de lo previsto y a asumir la vida como una lucha constante. En medio de sus responsabilidades, no hubo oportunidad para el estudio, a pesar de ser una persona que valoraba altamente el conocimiento. Cuando pudo asistir a la Escuela Nocturna para Adultos, alcanzó el nivel de tercer grado. Este base alfabetizadora sería una herramienta muy valiosa para el resto de su vida.
Bajo la presidencia de Isaías Medina Angarita, "el mejor presidente que ha tenido Venezuela" -como ella decía-, contrajo matrimonio. Era el 2 de junio de 1945, a los 17 años de edad, cuando se casó con Valerio Denis Hernández, oriundo de Guatire, estado Miranda. En aquella época, era costumbre la formalidad de solicitar por escrito el consentimiento de la novia para entablar un compromiso matrimonial. Belén guardó la misiva que Valerio le envió pidiéndole autorización para presentarse ante su señor padre con el objeto de "pedir su mano".
En el transcurso de dos décadas (entre 1946 y 1967), mientras se sucedía una historia política de golpes de estado, juntas de gobierno, dictaduras y democracias, Valerio y Belén procrearon una numerosa FAMILIA integrada por trece hijos: Josefina, Manuel, Lourdes (la negra), Virginia, Gregorio (Gollo), Freddy, Hilda, Oswaldo, Maira, Migdalia, José Luis, Marlene y Maritza. Esta gran familia enfrentó momentos difíciles pero, a la vez, experimentó situaciones muy felices. Tuvieron la dicha de ver crecer a sus hijos en un ambiente de libertad democrática y oportunidades. Sin embargo, mientras el país experimentaba un importante crecimiento urbanistico y económico, la familia rural aún permanecía viviendo con serías limitaciones. Era cotidiano ver a Belén ordeñar vacas, cuidar animales, trabajar la tierra, cultivar flores y hortalizas, transportar al hombro cargas de duraznos, zanahorias, papas, flores o monte para los animales, coser la ropa de los hijos. Para preparar la comida a su numerosa prole, llegó a cocinar con leña, con cocinas de kerosene y, más tarde, con cocina de gas... Al evocar las imágenes familiares, aparece Belén pintando la casa con cal, haciendo hallacas y dulces caseros, preparando hallaquitas y arepas. Día tras día, su quehacer se tradujo en un acto de heroísmo, apoyada siempre por su esposo Valerio.
Belén trabajó con abnegación y sin descanso, incluso en tiempos de mucha escasez y dificultad. Uno de los momentos más difíciles fue cuando tuvo que cuidar a su padre Hermenegildo en una penosa enfermedad que lo condujo a la muerte en 1973. Tras esta dura experiencia, la salud de Belén comenzó a resentirse. Sin embargo, dedicada por completo a los compromisos de la familia, tuvo poco tiempo para ocuparse de sí misma.
Fue una mujer visionaria que enfrentó con alto sentido de responsabilidad su deber de esposa y de madre. Con el apoyo de su esposo Valerio, superó las limitaciones de la dura vida campesina y nunca permitió que esas limitaciones impidieran dar a los hijos la oportunidad de superación académica. En la década de los cincuenta, mientras estaban pequeños, envió a los muchachos a la Escuela Nacional Unitaria de Galipán para cursar los primeros grados. No existía el nivel preescolar para entonces. En la escuelita de Galipán se estudiaba hasta tercer grado. Era famosa en aquella época la maestra Blanca, muy apreciada en la comunidad por su esmero en la enseñanaza de la lectura y la escritura.
A medida que cada hijo culminaba el tercer grado, Belén se preocupó por enviarlos a estudiar a Caracas. Año tras año, enfrentaba el dilema de resolver dónde estudiaría cada quien. Mientras unos fueron a vivir con parientes, otros fueron internos en colegios o a vivir en residencias de la capital. Así, cada hijo fue enfrentado una experiencia diferente en su infancia y juventud. Cada uno fue superando, a su vez, los problemas de adaptación que surgían de estudiar constantemente en institutos diferentes. Como es de suponer, para Belén no era fácil la separación física de sus hijos. Pero sus valores académicos y el deseo de una vida mejor para sus muchachos hacían que antepusiera el sacrificio a su dolor.
La valiente actitud de Belén -seguida siempre por su esposo con abnegación y fidelidad- representó un ejemplo pionero en la rupestre comunidad galipanera. Su esfuerzo fue digno de admiración. Cuando los hijos de Belén y Valerio fueron alcanzando títulos de educación media y superior, se convirtieron en objetos de elogio. El esfuerzo de Belén, fue altamente valorado por amigos y vecinos quienes hallaron en ella un modelo digno de seguir. Así, la experiencia de Belén y Valerio representó un legado a las generaciones sucesivas. Las familias se preocupaban y esforzaban para que sus hijos continuaran su educación más allá de los alcances de la Escuela Rural y procuraban los consejos de Belén para ubicarlos en Colegios en Caracas. Éste es un logro y uno de los principales aportes de Belén en pro de su querida tierra. Su legado quedó por siempre como un acto de heroicidad, constancia y compromiso.
Con el paso de los años, Belén fue experimentando la partida de cada uno de sus hijos quienes tenían que trabajar lejos de casa. Llegó el momento de "llorar de soledad", como ella decía. Cada hijo creció, estudió, formó su propio hogar. Los encuentros se hicieron esporádicos. Lo avanzado de su enfermedad le fue impidiendo dedicarse a las faenas del campo como siempre lo había hecho. Fue entonces cuando Belén enfrentó su realidad proponiéndose un nuevo reto... Se dedicó a vender heladitos y, luego, instaló una bodega. "El negocio de la abuela" se hizo famoso y desempeñó una noble e importante labor en Galipán.
Belén vivió toda su vida en Galipán. Se hicieron intentos por trasladarla a otro lugar, debido a que sufría de artritis y el clima frío no le favorecía. Pero ella nunca consintió en salir de su adorada patria chica. Siempre aseguró que quería morir en la tierra que la vio nacer. No obstante, las circunstancias no se lo permitieron. Falleció en Caracas, el 24 de octubre del año 2000, a la edad de 72 años.
Viejita amada, nuestra heroína...
Te pedimos perdón por no complacer tu deseo. La vida nos hizo una jugarreta al impedirnos respetar tu voluntad. Hoy y siempre valoramos tu perseverancia y abnegación. Nos diste todo sin esperar nada a cambio. Dios te premie eternamente. ¡Protégenos siempre! Tu risa y tus lágrimas las llevamos prendadas del alma.
¡Nuestro homenaje es el amor eterno!